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No está comprobado si el gran naturalista y explorador Alejandro von Humboldt, visitó en su viaje por el norte de México también Ojuela, pero en la gigantesca sala mineralógica del Museo de Ciencias Naturales de Berlín, que hoy lleva su nombre, podemos admirar una considerable colección de piezas de esta mina. También en otras partes del mundo, los hermosos cristales de Ojuela hechizan tanto a coleccionistas de minerales como a los geólogos.

Son 137 los minerales que fueron descritos hasta la fecha pertenecientes a Ojuela, número que superan solamente algunas minas en el mundo. Algunos de estos minerales como la ojuelita o Mapimíta, fueron encontrados exclusivamente en esta mina al pie del Cerro de la India.

Pero no solamente son los minerales, sino también la belleza singular del paisaje y, sobre todo, la larga historia de más de 400 años, los que hacen de Ojuela uno de los sitios más interesantes en el norte de México.

LOS INICIOS

Un siglo después de la Conquista de México, el transporte marino de metales preciosos de las extensas colonias del imperio español, apenas se acercaba a su auge. El Siglo de Oro español, período donde florecieron el comercio y las artes, convirtió la península en una potencia militar y, al mismo tiempo, cultural. Lo anterior fue resultado de su actividad minera en Las Indias.

Semanalmente llegaban barcos a los puertos de Sevilla cargados con la quinta parte de oro y plata, contribución a la Corona, con un sólo destino: la hambrienta corte real en Madrid, la nueva capital del imperio. La mayor parte de este tesoro procedía de la Nueva España, el futuro México, donde la Corona de Castilla tenía las minas más antiguas del continente (Taxco, Guerrero, 1534). Una de ellas conservaba desde hace mucho tiempo, la contribución mayor de metales preciosos de todas las minas de la Nueva España. Su nombre, Ojuela.

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El Siglo de Torreón

13 de Abril de 2014