Las haciendas estatales en su mayoría están quebradas. Es un problema que viene de hace tiempo pero que se ha agravado en los años recientes. Mala administración y corrupción van de la mano. No son comprensibles los extremos de irresponsabilidad acumulada. No hay medidas correctivas de fondo. La alternancia en el poder tampoco ha resuelto el problema, pero se acentúa cuando el poder transita de gobernador a secretario de Finanzas. Así ocurrió en Veracruz, Quintana Roo con los gobernadores Javier Duarte y Roberto Borge y ahora en Zacatecas con Alejandro Tello.

En Zacatecas buena parte del quebranto viene del gobierno de Amalia García. Irresponsables concesiones al sector magisterial y a la universidad, además de la construcción de la ostentosa Ciudad Administrativa en condiciones muy onerosas para las finanzas estatales. No hubo sanción, el gobierno de Miguel Alonso, quizás por razones de conciliación, no corrigió y su secretario de Finanzas, el actual gobernador, renegoció la deuda, un paliativo. Lo incomprensible de todo esto es que el actual gobernador se ha distanciado de quien lo promovió y ahora se pone en manos del mismo secretario de Finanzas de Amalia García.

La solución del quebranto es de aritmética, pero se requiere de responsabilidad. Disminuir el gasto es obligado y lograr una renegociación de la deuda en la que todos aporten: Federación, gobierno local, los gremios excesivamente beneficiados y los sectores productivos. Zacatecas es un estado pobre, pero con enorme potencial. El vecino Aguascalientes muestra cómo un correcto ejercicio del gobierno puede llevarle a niveles de bienestar y crecimiento, con el adicional de que Zacatecas tiene una riqueza minera que aporta progreso en zonas muy pobres y que suma a un fondo minero para el bienestar de las regiones productoras.

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Milenio
05 de Febrero de 2017