En esta vida no hay casualidades sino causalidades, la diferencia en este caso es el cinismo con el que se hacen las cosas. Resulta que desde hace 20 años, Napoleón Gómez Urrutia, Napillo, ocupa una silla que no le corresponde, simplemente porque no es minero y nunca lo será. En aquel entonces, violó los estatutos del sindicato minero y se apoderó de la Secretaría General.
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