No ha presentado un solo documento oficial que lo avale, certifique o dé fe de que fue minero, y no lo ha hecho porque no lo tiene. Durante más de 20 años Napoleón Gómez Urrutia y su familia, viven una gran mentira que le abrió las puertas a manejarse entre la corrupción, las farsas y una riqueza desmedida.

Hay mentiras blancas, pero éste no ha dicho de esas, más bien son retorcidas y pensando cómo explotar a los trabajadores. Cuando Napillo llegó a la secretaría general del sindicato minero, no contaba con el requisito esencial e inamovible que exigen los estatutos: ser trabajador con antigüedad mínima de cinco años y Gómez Urrutia no lo era, su único mérito fue ser hijo del líder minero Gómez Sada.

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