Para nadie es sorpresa que el robo de los mil millones de pesos a los mineros de Cananea es el inicio de una serie de transas que lo han llevado a ser señalado, acusado y perseguido por robar, engañar, mentir, extorsionar y por no hacer nada más que vivir de una gran herencia que no sólo implica la millonaria explotación de un sindicato, sino la obtención de puestos y cargos públicos por padrinazgo o dedazo.