Por años han invertido tiempo y recursos para ocultar y tratar de cambiar la historia de cómo es que Napito llegó, sin ser minero y sin mérito alguno, a ocupar la Secretaría General del Sindicato Minero.

Muchos lo vimos, fue un inicio atropellado y, como era de esperarse, lleno de irregularidades. Napoleón Gómez Sada tenía casi cuatro décadas al frente del Sindicato Minero. Al rebasar los 80 años empezó a enfermar y decidió entonces imponer sin el aval de nadie a su hijo Napoleón Gómez Urrutia, a Napito, como secretario general “suplente”.

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