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“No firmen nada”, nos dijo al llamarnos desde Vancouver, Canadá. Fue así como en 10 minutos el entonces prófugo de la justicia, Napoleón Gómez Urrutia, tumbó la negociación que sostuvimos por semanas con las autoridades de la Secretaría del Trabajo y la empresa para levantar las huelgas de Cananea, Sombrerete y Taxco, mismas que estalló coordinadamente para ahorcar a la empresa y así lucrar y obtener beneficio propio.
Apenas vamos a llegar a la mitad del sexenio y en Palacio Nacional ya buscan relevo. Aunque bien podría ser una de las cortinas de humo de esta administración morenista frente a la infinidad de compromisos sin cumplir, también podría ser un legítimo grito de ayuda.
Una vez más se la aplicó al Gobierno Federal, y es que a unas horas de haber firmado un acuerdo para poder reabrir operaciones en la mina San Rafael en Cosalá Sinaloa, Napoleón Gómez Urrutia, fiel a sus costumbres, se desistió de lo acordado y empezó a poner trabas para no cumplir con el arreglo y entorpecer dicha apertura.
Ni una maldita aspirina, de ese tamaño es el desabasto de medicamentos que persiste mes con mes en algunas unidades médicas del Instituto Mexicano del Seguro Social a lo largo de la República mexicana.
Por más de 11 años, el capricho de un bribón arrastró al municipio de Sombrerete, en Zacatecas, a la miseria pura; dejó a más de mil familias sin empleo, sin ingresos ni para comer. A él no le importaron los niños, ni que los adultos mayores se quedaran sin medicamentos, tampoco las deudas, el pago de la renta. No le importó nada más que su avaricia.
Ya demostraron que no tienen empacho en mentirle a los trabajadores, ahora veremos si la 4T se atreve a aplicar la misma técnica para responder al Gobierno de Estados Unidos sobre las quejas que interpusieron dos sindicatos contra nuestro Gobierno por no garantizar la libertad sindical.
Fue el colmo de lo mal hecho. La estadía de la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, en nuestro país fue motivo de vergüenza para millones de mexicanos que no concebimos un México tan básico, tan lleno de errores, tan mediocre políticamente hablando.
No sirve lamentarse desde la comodidad de un asiento de piel, cuando no se hace nada para salvaguardar la seguridad de los trabajadores.
¿En manos de quién fuimos a caer? Esta es la pregunta que nos hacemos millones de mexicanos. Y es que el tema de las campañas electorales dejó a la vista de todos cuan bajo puede caer Morena con tal de acaparar votos.
Todos lo hemos visto y para nadie es novedad que desde que llegaron al Gobierno han jugado a la simulación y la trampa: la venta del avión, el Tren Maya, el sistema de salud mexicano igual al europeo, las mañaneras, la lucha contra la corrupción y como era de esperarse, la vacunación no es la excepción.
No veo, no escucho, no hablo, esa es la política que está implementando la 4T con los trabajadores de la mina San Rafael en Cosalá, Sinaloa, y es que los mineros hicieron llegar un documento a la Presidencia de la República y a las secretarías de Gobernación, Trabajo y Economía para pedir la intervención de éstas y sacar de la mina al grupo de golpeadores que la tienen tomada desde hace año y medio y que por si fuera poco pretenden quedarse con el Contrato Colectivo de Trabajo.
Hace unos días, fuimos testigos de cómo la mal lograda “austeridad republicana” alcanzó uno de los puntos más crudos, ya no hablamos de dinero, sino de abrazos y empatía.
Qué tiempos estamos viviendo y lo que se nos avecina. Por años, el 1 de mayo significó el Día del Trabajo, pero también cuando sindicatos y organizaciones, en su mayoría obreras-campesinas, levantaban la voz y reclamaban al Gobierno sus deficiencias.
«Este primero de mayo no hay nada que celebrar», aseguró el diputado y líder del Sindicato Nacional Minero Metalúrgico Frente, Carlos Pavón Campos, para luego señalar las deficiencias en los servicios de salud, además de la creación de leyes contra el outsourcing, que, aseguró, dejarán a muchas personas sin empleo.
¿Dónde quedaron los años cuando la lucha obrera se hacía con el puño en alto? ¿Dónde están los líderes que no callaban ante una amenaza? ¿Dónde quedó la resistencia de la clase trabajadora de nuestro país? Tristemente, la respuesta es, en el olvido.
Una estafa, una verdadera estafa es la que el Presidente, los empresarios y algunos líderes sindicales hicieron a los trabajadores de México. Nada que se pacte a espaldas y sin consultar a la base obrera puede ser legítimo ni legal y eso fue lo que sucedió con la reforma del outsourcing.